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lunes, 8 de agosto de 2016

Mi amigo el gigante

   Después del largo período que me ha mantenido alejado de este blog, vuelvo a él mediante una nueva participación, en la que se nos analiza la película Mi amigo el gigante. Recordad que vosotros también podéis participar en este espacio si me enviáis vuestros artículos a través del enlace que aparece en el margen derecho de la pantalla.



   Sofía es una niña con problemas para dormir. Una noche, decide asomarse a la ventana de su habitación, sabiendo que está incumpliendo una norma del orfanato donde vive: no descorrer las cortinas por la noche, no abrir las ventanas y no salir al balcón. De pronto, ve cómo aparece frente a ella un inmenso gigante, que se la lleva consigo al país donde habita.

   Mi amigo el gigante es una parábola sobre dos niños distintos, el gigante y Sofía, niños que hacen lo que los demás no esperan, y que no hacen lo que los demás esperan; niños que creen estar solos, pero que, providencialmente, se encuentran, descubriéndose, así, el uno en el otro. En definitiva, es la historia de dos personas que no se sienten amadas, pero que, gracias a este encuentro, identifican y solucionan esta carencia.



   El gigante no es aceptado entre los suyos, porque, al salirse de lo establecido, al salirse de lo normal, es rechazado e insultado. Es un reflejo de lo que les ocurre a muchos niños que nacen distintos: estos no se sienten amados en sociedad y, a veces, ni en su propia familia, La familia del gigante, por ejemplo, no lo acepta, porque no come niños, porque es distinto; pero Sofía lo quiere tal y como es, y lo ama sin importarle que se salga de lo establecido.

   El niño distinto sabe cuándo es amado y cuándo es rechazado, sabe cuándo se cree en él y cuándo no. Sofía tenía fe en el gigante, sabía que lo podía conseguir, pero, como él solo no era capaz, ella lo ayudó y lo acompañó. Eso mismo debemos hacer con los niños distintos: acompañarlos en su vida. "Yo te acompañaré, para que puedas ser tú".

María Pérez Chaves     

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