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lunes, 23 de abril de 2018

Campeones


   Esta semana, reproducimos en el blog el artículo de Dª. María Pérez Chaves (@mpchvs), experta en audición y lenguaje, que nos narra su experiencia con discapacitados intelectuales a través de una excelente película española de la que aún podemos disfrutar en nuestras pantallas: Campeones (Javier Fesser, 2018).




   Marcos es un entrenador de baloncesto. En uno de los partidos, termina peleándose con otro entrenador y es echado del equipo. Esa misma noche, antes de ir a casa de la madre (no está bien con su mujer), se pasa por un bar y bebe más de la cuenta; coge el coche borracho, le ponen una multa y además debe trabajar para la comunidad: será entrenador de un equipo de baloncesto de niños distintos (hacen lo que no se espera que hagan, o no hacen lo que se espera que hagan), pero, en este caso, ya son adultos.

   Estos adultos han tenido que esforzarse mucho para llegar adonde están: unos son queridos en su familia, pero otros no; algunos se buscaron la vida como cualquier otra persona y tienen un trabajo, pero otros no han sido capaces o ni siquiera tienen familia que los cuide. Para que los niños distintos lleguen a SER, tienen que tener un modelo lo más armónico posible.

   Los personajes de la película quieren ser jugadores de baloncesto, pero no hay una persona que ame a los chicos y los guíe para conseguir su sueño: nadie quiere compartir su vida con los muchachos, nadie quiere responsabilidades, porque nos guste, queramos o no, ser modelo de un niño distinto es una responsabilidad, porque él será como tú seas.




   Marcos, obligado, acude a la demanda, pero no quiere dejar un trocito de su vida en la vida de estos muchachos: cuántas persona hay que no quieren responsabilidades; entonces, ¿cómo van a educar a sus hijos? Va sin ganas y prefiere cualquier otra cosa antes de ser entrenador de "subnormales", como él dice en la cinta.

   No hay que ver a estos adultos distintos con pena, ni pensar que no pueden hacer ciertas cosas: si tienen la capacidad, quieren y hay voluntad, pueden, que es lo que ocurre en Campeones: todos ellos tienen la capacidad de jugar al baloncesto (unos más que otros). A Marcos le cuesta empezar, pero, gracias a la obligación de asistir dos días a la semana durante tres meses, va aceptándolos y él también se ve realizado, porque realmente es segundo entrenador y me parece que no le hace mucha gracia, y con los chicos puede ejercer como primer entrenador.  

   Es muy importante creer en lo que estás haciendo y creer en los demás. Marcos, al principio, no creía en ellos, y eso afectaba al grupo, pero, cuando comenzó a entregarse de verdad y a entrenar a auténticos jugadores, todo cambió. Para él, antes era enseñar a unos subnormales; ahora enseña a unos hombres distintos, cada uno con su capacidad, pero todos con voluntad para jugar, y ya los trata como los jugadores  que son.




   El encargado del polideportivo no le pide a Marcos que los chicos jueguen bien al baloncesto, sino que jueguen, porque, para estos muchachos, es un modo de escape de la rutina. El papel del encargado es muy importante, porque es el que anima a Marcos a seguir adelante, como el angelito bueno que, colocado en nuestro hombro, nos dice las cosas buenas que tenemos que hacer: la conciencia. “Es difícil, pero no imposible” le llega a decir ese Pepito Grillo, y no le falta razón.

   ¡Cómo se vienen arriba cuando se les jalea y qué importante es el que se anime a estas personas con discapacidad! Porque con qué poco se conforman a veces y qué poco nos cuesta animarles a que sigan adelante.

   Los muchachos agradecen a Marcos el trato hacia ellos, ya que este no les habló como si fueran unos pobrecitos, sino que, al contrario, les hizo entrenar duro, les reñía… pero también se preocupaba por ellos. Autoridad con amor. Marcos creó esa identidad que le faltaba al grupo: antes de su llegada, cada uno iba por su cuenta, pero, con el entrenador, todo cambió, ya que él vio que había posibilidad, que podían llegar a ser un grupo, y eso llevó a los muchachos a creer en ellos de manera individual y grupal: “Estoy contento, porque estamos juntos y, si estamos juntos, vamos a ganar”.





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