He de reconocer que esta crítica llega
tarde, porque la película se estrenó hace ya algunas semanas. Pero admito
también que me alegro de haber esperado a escribirla, porque así he tenido la
oportunidad de recabar toda la información que hay sobre ella y leer acerca de
la opinión que les ha merecido tanto a los críticos especializados como a los
espectadores (estos últimos, más entusiasmados con ella que aquellos). Finalmente,
asumo que soy un admirador de la música de Queen (especialmente, de la voz de
su líder, Freddy Mercury), y que, como sabía que todo el mundo, por un lado,
había aplaudido la manera en que aquella había sido insertada en el metraje y
que, por el otro, había alabado la interpretación de Rami Malek (con una
modulación perfecta del timbre de aquel), quería disfrutar de ambas cosas sin
el alboroto propio de los primeros días en cartel de un largometraje (en
efecto, suena a huraño, pero es la manía que uno va cogiendo a medida que
crece). ¡Y caray si lo he hecho!
Ante todo, y a pesar de lo dicho, debemos
aclarar que no se trata de una película promocional al uso; es decir, no nos
encontramos ante un film que pretenda revivir el éxito de la banda británica o
aumentar su número de ventas en las tiendas de discos (cosa, por otro lado,
carente de sentido, puesto que Queen no necesita de ningún largometraje para
ello), sino ante una cinta que nace con una vocación exclusivamente
cinematográfica. Para entenderlo mejor: muchos grupos de música han hecho uso
de la gran pantalla con el fin de promocionar su discografía, como es el caso de los Beatles
(Qué
noche la de aquel día) o de las Spice Girls (Spiceworld) en el país anglosajón,
y de Parchís (La guerra de los niños) en el nuestro; sin embargo, esta ya parte del reconocimiento
internacional que tiene Queen, por lo que procura rendirle el homenaje que
realmente merece con un equipo técnico y artístico de altura (tal vez, incluso
con miras a la gala de los Óscar de este año). Con este propósito, pues, no
duda en dejarse en manos de un director ya consagrado (nos guste o no, Bryan
Singer ha hecho películas tan importantes para el cine actual como Sospechosos habituales, X-Men o Superman Returns) y en presentar a
actores emergentes que han triunfado en la televisión (recordemos que Rami
Malek, que aquí es un remedo perfecto de Mercury, nos sorprendió a todos con su
papel en la serie Mr. Robot).
Podemos decir, por el contrario, que la intención de la película
no consiste en elaborar un biopic
detallado del mítico cantante (aunque, en efecto, y como es lógico, aporte
datos de su biografía), ni siquiera relatar una crónica de la gestación de la
banda (de hecho, podemos ver cómo este apartado acontece con una rapidez inusitada),
sino mostrar el aspecto oculto (y triste) que subyació tras la exitosa carrera
de Freddy Mercury. Y es que, ciertamente, mientras que este triunfaba en los
escenarios del mundo entero con su música, fracasaba estrepitosamente en su
vida íntima, puesto que, según revela el film, se rodeó de unas personas que
solo quisieron aprovecharse de la fama que ostentaba y que, por ende, lo
condujeron a un desengaño atroz y, por tanto, a la soledad más absoluta. Es por
ello que la narración no escatima en crudeza a la hora de desmitificar su
imagen y de exhibirlo, por esta razón, abatido, drogado y completamente solo (atención
al plano en que es descubierto por su amiga Mary durmiendo en el sofá después de haber celebrado una fiesta en su casa la noche anterior). Pero, asimismo, se trata de una película esperanzadora, puesto que
vincula su recuperación al amor que le profesan tanto sus verdaderos amigos
como su propia familia (el abrazo final que se otorgan padre e hijo en este sentido es sin duda emocionante y significativo).
Por último, no vamos a negar que la cinta
también explota la dimensión nostálgica de la banda, puesto que su música
recorre cada minuto de la historia; pero ello no es óbice para que podamos
disfrutar de ella como un título cinematográfico solvente y hasta memorable. En
este sentido, debemos destacar el tramo final, una minuciosa recreación del
famoso concierto Live Aid, que supuso la vuelta a los escenarios de Queen:
cualquier fan, aplaudirá y cantará entusiasmado, puesto que creerá estar
reviviendo aquellos momentos apoteósicos del rock internacional y, a la vez, pensará estar observando de nuevo al
gran Mercury en plena acción (tenemos que elogiar otra vez a Malek, que ha sido
el encargado de lograrlo con su ya antológica interpretación). Yo mismo, pese a
que me haya reconocido huraño, me deje llevar por la pasión y lo hice (menos mal
que ya había pasado el alboroto de los primeros días y estaba prácticamente
solo en la sala): show must go on!