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lunes, 26 de febrero de 2018

Gunpowder

   Si recordáis, la semana pasada recomendábamos aquí una serie de ciencia ficción muy interesante que todavía podemos ver en la famosa cadena de televisión en streaming Netflix: Altered Carbon (Laeta Kalogridis, 2018). En el artículo en cuestión, indicábamos que, más allá de ser un relato fantástico sobre un futuro posible, la serie presentaba unas preocupaciones humanas que denotaban la búsqueda de Dios por parte del hombre actual, como son la inmortalidad, el alma, la justicia divina y etcétera (aquí). Por este motivo, y dado el carácter pseudorreligioso de la obra, me gustaría traer hoy a colación otra serie (esta, de marcado tinte religioso), que puede ser vista en HBO, la cadena en streaming rival de aquella: Gunpowder (J. Blakeson, 2017). En efecto, se trata de una mini-serie de tan solo tres episodios (de una hora de duración cada uno, aproximadamente) que relata la persecución religiosa padecida por los católicos en la Inglaterra del siglo XVII, así como una de sus más célebres consecuencias: la Conspiración de la Pólvora (gunpowder = "pólvora"), orquestada por Robert Catesby y Guy Fawkes. Por desgracia, la serie ha pasado desapercibida, pero creo que debe ser recuperada por el público seriéfilo en general y por el católico en particular.   




   Es posible que algunos lectores, bien sean seriéfilos o cinéfilos, bien sean católicos, desconozcan los tres nombres citados en el párrafo anterior: Conspiración de la Pólvora, Robert Catesby y Guy Fawkes; sin embargo, este último se ha abierto un hueco en la cultura popular reciente, puesto que alguna vez nos hemos topado con su cara, aunque no lo hayamos reconocido en el momento, ya que se trata del hombre que inspira la máscara del famoso grupo de internautas y hackers de alto nivel Anonymous, la misma que aparece en un film de sorprendente impacto popular: V de Vendetta (James McTeigue, 2006). Sabiendo esto, sobre todo si los lectores citados han visto el largometraje, ya nos pueden sonar los otros nombres, puesto que su historia es resumida en esta última película: Catesby fue el ideólogo de la citada Conspiración de la Pólvora contra el rey Jacobo I de Inglaterra, mientras que el atentado fue frustrado cuando Fawkes lo estaba ejecutando en los sótanos del Parlamento inglés (desde entonces, se celebra en Inglaterra la Noche de Guy Fawkes cada 5 de noviembre, que es algo así como nuestras hogueras de San Juan, aunque con un marcado sesgo anticatólico).

   Pero, como decíamos arriba, aunque la serie pretenda relatar estos hechos históricos, recoge el necesario ambiente de persecución religiosa que vivieron los católicos de entonces, en un intento de justificar (o al menos, de explicar) la reacción de los citados Catesby y Fawkes; de este modo, se nos detalla la manera en que los católicos debían celebrar misa a escondidas, el modo en que debían disfrazar u ocultar a los sacerdotes que los atendían, o las torturas que padecían por parte del Gobierno inglés con el propósito de lograr su apostasía. Como hoy los efectos y el maquillaje han alcanzado tanto verismo, la serie no escatima en demostrarnos hasta qué punto fueron crueles estas últimas, puesto que vemos desmembramientos de ancianos, sajaduras mortales y hasta sangrientas decapitaciones que muy poco tienen que envidiar a las vistas en Braveheart (Mel Gibson, 1995), que es la madre cinematográfica de todas estas truculencias. En este sentido, cabe destacar el primer episodio de la serie, que es una obra maestra de la televisión contemporánea, ya que se trata de una hora de intensa dirección en la que vemos cómo una misa es celebrada con inimaginable devoción en el salón de una casa particular (recordemos que la familia está siendo espiada por agentes del Gobierno inglés, pero, aun así, dedican ese tiempo al Señor); cómo la familia que acoge dicha celebración debe esconder al sacerdote cuando los soldados llegan a la casa, y cómo, finalmente, estos últimos atormentan a los miembros de dicha familia, con el fin de lograr que renuncien a su fe (las exhortaciones con las que estos se animan al martirio, así como sus diferentes testimonios ante el verdugo, son dignos de los primeros mártires de Roma y un auténtico revulsivo para el espectador católico).

   Debo decir que me sorprende muchísimo que esta serie se haya llegado a emitir, puesto que entre sus productoras se encuentra la cadena inglesa BBC. Curiosamente, esta siempre se ha posicionado al lado del anglicanismo (por tanto, del anticatolicismo) más rancio, y siempre ha defendido tanto la escisión de Enrique VIII respecto de la Iglesia de Roma como las persecuciones llevadas a cabo por los sucesores de este, como la de su hija Isabel I, la peor y más sangrienta que se ha vivido en las islas británicas (por si desconocéis el dato, ella se jactaba de que en Londres se podía caminar incluso de noche, puesto que las hogueras en las que ardían los católicos iluminaban las calles); por este motivo, que patrocine una obra en la que se explique y justifique la acción de los católicos (¡incluso son tratados como héroes!) es cuanto menos extraño: ¿se trata de una reconciliación con la Iglesia, ahora que el anglicanismo está de capa caída y que se están dando multitud de conversiones al catolicismo?, ¿o bien consiste en una muestra más del revisionismo histórico que se está llevando a cabo en algunos países occidentales... menos en España? Lo ignoro, aunque me agrada profundamente que haya promovido esta gran serie (ello no quita que caiga un par de veces en esa leyenda negra que ella misma ha inculcado a los ingleses a lo largo de los años, puesto que vemos hogueras de herejes en El Escorial -!- y una traición subrepticia de los españoles a los católicos de Inglaterra -!!-).


      

   Como decía al comenzar este artículo, creo que se trata de una serie que debe ser recuperada por el público cinéfilo en general, así como por el católico en particular: los primeros, porque verán en ella una serie histórica bien narrada y presentada, con el grado de violencia y verosimilitud que requiere una obra de estas características (nada que ver con la prescindible y horrorosa Britannia, ni con la tendenciosa Rebellion, que narra los entresijos del Alzamiento de Pascua irlandés... ¡pero presentándolo como una revuelta feminista contemporánea!); los segundos, porque se acercarán a una época de la historia que ha caído en el olvido y que nos ha dado, sin embargo, grandes testigos de la fe, como santo Tomás Moro (¿a qué esperáis para ver o para volver a ver Un hombre para la eternidad?), san Juan Fisher y María Estuardo (esta, protagonista de un impagable film homónimo dirigido por John Ford en 1936).

   Por último, y si es verdad que se trata del fruto de un revisionismo histórico por parte de la BBC, me encantaría ver que aquí en España gozáramos también de uno, puesto que la sangre de multitud de mártires ha regado nuestro suelo, pero su gesta ha caído vilmente en el olvido (de manera vergonzosa, apuntaría yo). Ciertamente, la irregular Encontrarás dragones (Rolan Joffé, 2011) impulsó la realización de varias obras de esta temática, aunque con capital privado, como Un Dios prohibido (Pablo Moreno, 2013) y Bajo un manto de estrellas (Óscar Parra de Carrizosa, 2013), pero es algo que parece haber pasado de moda y que se suma a ese ocultamiento de la verdad (salvo honrosas excepciones, como la reciente Poveda). Es una pena, porque, como se suele decir, la historia olvidad tiende a repetirse, y hoy hacen falta muchos testigos católicos como aquellos que poblaron la Inglaterra del siglo XVII y la España de principios del XX.



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