Desgraciadamente, la guerra de la Vendée
pasa hoy desapercibida para muchos católicos. Así es, pese a la gran entereza
que demostraron los vendeanos al alzarse en armas contra toda una nación que
pretendía abolir la monarquía y desterrar a Dios de Francia, son muy pocos los
católicos que han oído hablar siquiera de esta hazaña. ¡Y eso que se cuentan por
miles los mártires que dieron su vida en defensa de la fe! Napoleón mismo, al parecer,
reveló que él admiraba a los vendeanos por la integridad que habían demostrado
en su lucha contra la Revolución.
Sabiendo esto, resulta extraño que el cine
nunca se haya hecho eco de esta parte tan importante de la historia (aunque si
tenemos en cuenta que la cronografía oficial francesa la ha silenciado constantemente,
no nos debería sorprender). Sí podemos encontrar, sin embargo, bastante
literatura, pero que también pasa desapercibida, ya que “altera” la versión
aceptada por todos de lo que supuso para el mundo la manida Ilustración. De entre
todos estos libros, nosotros recomendamos dos: El conde de Chanteleine,
una novela del célebre Julio Verne que ha sido vetada durante muchos años en la
“Francia de las libertades”, y La guerra de la Vendée, del profesor
Alberto Bárcena, que recoge fiel y crudelísimamente los estragos causados por
los revolucionarios en dicha región francesa. Pero en lo que se refiere al
cine, que es quizás uno de los medios más influyentes de nuestro tiempo, nada. Hemos
tenido que esperar a que una productora muy pequeña (insignificante, diría yo)
y de ideario católico recogiera y filmara los hechos: Navis Pictures.
La Vendée (o la Vandea, como era conocida
antiguamente en español) es un departamento francés, situado al oeste del país
galo, que se integra hoy en la región de los Países del Loira. En 1793, cuando
la Revolución alcanza el territorio vendeano, este organizó un auténtico enfrentamiento
contra ella, algo que lo abocó a una verdadera guerra civil que se perpetuó
hasta 1796, y que en la actualidad, como ya hemos señalado, permanece ignorada
por muchos (y entre ellos, muchos católicos). El motivo de este enfrentamiento
no solo radica en la lucha por la legitimidad del rey, sino también, y sobre
todo, en la pugna por la pervivencia de la fe católica. Y es que una de las
consignas de la Ilustración era la erradicación de la Iglesia, o a lo sumo, su subyugación
mediante el célebre Juramento de Fidelidad de sus curas a la Constitución Civil
del Clero. En cuanto a los seglares, fueron sometidos a vejaciones y torturas
que ejemplifican la crueldad que siempre han manifestado los perseguidores de
la fe (un general francés se jactaba de que las aguas del río Vendée bajaban
rojas por la sangre de las embarazadas que había ahogado en ellas). Y así, a
pesar de que el Gobierno ilustrado propugnaba la defensa y la libertad de todos
los ciudadanos franceses, los de la Vendée solo recibieron de su parte muerte,
sometimiento y destrucción.
No obstante la dureza de estos hechos, puede
sorprender que la película esté protagonizada exclusivamente por niños. El
motivo es que su productora, la citada Navis Pictures, tiene como propósito
educar a estos en la fe y despertarles cierta curiosidad por el séptimo arte.
Así es, como afirma Jim Morlino, su creador, la gran pantalla transmite hoy
valores equivocados, algo de lo que se embeben los niños, por lo que es
necesario que estos aprendan valores correctos, y eso se consigue mediante
cintas adecuadas (ya lo hizo mediante la historia de santa Bernadette con
bastante éxito). Pero ello no significa que la película sea ingenua, puesto que
afirma a las claras el sustrato demoníaco que auspició la Revolución y vincula
el martirio de las famosas carmelitas de Compiègne al fin de esta. Es decir,
habla abiertamente del mal (cosa que hoy se les niega a los más pequeños) y de
entregar la vida por un bien mayor (cosa que se les niega aún más).
Sin duda, se trata de un film sorprendente y
con muchísimas virtudes. Sitúa al espectador muy bien en el contexto histórico
y aporta un relato fiel de los hechos acontecidos en la Vendée durante la
Revolución francesa. Y principalmente, es un testimonio vivo de la valentía de
unos hombres que prefirieron morir antes que renunciar a Dios y al rey de
Francia.